Llevamos un año 2012 repleto de predicciones y absurdas afirmaciones sobre el apocalipsis maya que por supuesto no se cumplirán. Por el momento, el único fin del mundo que está totalmente asegurado se producirá dentro de unos 5.000 millones de años, cuando nuestro Sol entre en las últimas fases de su existencia.
Las estrellas, al igual que las personas, nacen y mueren. Su vida y su final dependen de la masa de cada una de ellas. De esta manera, los grandes soles agotan rápidamente su combustible y, como algunos rockeros, viven rápido y mueren jóvenes.
Nuestra estrella, no obstante, es más prudente. Su masa la define como una enana amarilla y su vida será más duradera puesto que va quemando gases más lentamente. Nació hace unos 4.650 millones de años y se estima que está viviendo las fases medias de su vida. Cuando llegue su final y agote el hidrógeno que ahora consume, el Sol se hará más y más grande, convirtiéndose en una gigante roja que engullirá los planetas con órbitas más cercanas, como Mercurio y Venus.
Mientras esto ocurra seguirá quemando gases convirtiéndolos en materiales cada vez más pesados que, finalmente, la reducirán hasta terminar sus días como una pequeña enana blanca enfriándose durante miles de millones de años.
¿Qué ocurrirá con nosotros?
El destino final de nuestro planeta dependerá de si el diámetro del Sol al convertirse en gigante roja alcanza la órbita de la Tierra. Aun así, y aunque nuestra estrella no llegue a engullirnos, las temperaturas de ese Sol gigante se elevarán hasta abrasar la Tierra evaporando nuestra atmósfera y todo el agua que ahora sostiene la vida. Este catastrófico final es un modelo astronómico basado en predicciones físicas muy fiables; sin embargo, aún no teníamos ninguna observación directa de lo que le ocurrirá a nuestro planeta cuando el Sol muera... Al menos, hasta ahora.
Y es que astrofísicos de la Universidad de Warwick, utilizando el Telescopio Espacial Hubble, han identificado por primera vez hasta cuatro estrellas (enanas blancas) rodeadas de polvo y materiales que en su tiempo podrían haber sido planetas rocosos muy parecidos a la Tierra.
Se trataría por tanto de un final similar al que nos espera: sistemas solares en los que la estrella habría arrasado con sus exoplanetas, carbonizándolos y convirtiéndolos en polvo.
El estudio se publicará en el Journal mensual de la Royal Astronomical Society que además lo resume en una rtículo divulgativo bajo el título de "Captan cuatro enanas blancas devorando exoplanetas parecidos a la Tierra".
Recreacion de la enana blanca PG0843 516
Boris Gänsicke, investigador principal del estudio y profesor del Departamento de Física de la Universidad de Warwick, explica que alrededor de estas cuatro enanas blancas se encuentran grandes cantitades de polvo que contienen oxígeno, magnesio, hierro y silicio, unos elementos que componen más del 90% de la Tierra. Este dato, unido a la baja concentración de carbono, indica que en un tiempo pasado estas estrellas tuvieron planetas orbitando a su alrededor y que ahora han quedado reducidos a polvo.
Además, una de estas cuatro estrellas, concretamente PG0843 516, muestra altas cantidades de hierro, níquel y azufre en el polvo de su atmósfera, elementos que podrían provenir de núcleos de planetas terrestres que una vez la orbitaron.
En palabras del profesor Gänsicke, y resumiendo lo observado por el telescopio Hubble, lo que está ocurriendo en estas enanas blancas a cientos de años luz de nosotros podría darnos una idea muy aproximada del futuro que le espera a la Tierra cuando nuestro Sol se acerque a su final.
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