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Una bendición a punta de pistola

y con ellos las prácticas en todos lados. Quien ha asistido a un iglesia sabrá que hay un momento en que el sacerdote se dispone a arrojar agua bendita sobre los asistentes, lo cual termina con unas cuantas personas completamente secas mientras otras acaban totalmente empapadas.
Pero el padre Ramón Hernández de la iglesia San Miguel Arcángel en Hidalgo solucionó esa inequidad de la manera más simple e inusual: con una pistola de juguete.
Con esta fórmula, de hecho puede centrar sus disparos sobre gente que considere le haga falta una dosis extra. El momento ha llamado la atención y es que en realidad el sacerdote realizó una metáfora en estos días de violencia.
Por lo mismo, aprovechó para pedir que “bendiga el corazón de esas personas que utilizan la violencia”. Tal vez otros sigan su ejemplo y en una de esas dé resultado, que bastante falta hace.

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